sábado, 26 de marzo de 2011

Sofocamiento epocal


Una tiranía cada vez más etérea, pero más obscena; regula, especula, valoriza. Esteriliza y limita la potencia redentora del trabajo vivo. Se jacta de proyectar el horizonte de sentido hacia el que todo debe tender. Un Imperativo Económico. Una cosmogonía que ama la circulación, el tráfico, pero que obtura el nomadismo, lo incierto, lo mestizo.

 No más libertad.
 Sino seguridad.

 Un colchón, una burocracia que esgrime el concepto de frontera, que confunde el amor a la Patria por el pago puntual de los impuestos; que se llena la boca de pueblo para luego hacer con él un holocausto.

Sin campos de concentración.
Pero con uno global.

Sin fusiles ni batallones desplegados y cruzando océanos.
Pero con ejércitos mercenarios en las puertas de las zonas calientes, en vilo.

Sin la fantasmagoría del dios benefactor que cura, educa y alimenta desde que se nace hasta que se muere.
Pero con un individuo arrojado a la responsabilidad de su mero sobrevivir



No recordamos lo que fuimos a buscar cuando nos anotamos en esta materia.
Su nombre de por sí huele a camuflaje político.
A una intencionalidad estratégica para infiltrarse en un plan de estudios cada vez más academicista con miras a las corrientes que hacen de la estadística y de la gestión el canon de la actividad político-intelectual.
Al salir de las aulas respirábamos con mayor dificultad, asfixiados por un aire impregnado del conocimiento de nuevas formas de dominación y explotación del sistema capitalista.


Tomamos nota…

Si bien seguimos respirando con dificultad, como el obstinado alpinista que escala la montaña desafiante, la preferimos en lugar de quedarnos con la acritud de la ignorancia en nuestros pulmones.


 
 
Dos alumnos que pasaron. 

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